Ya
sabes, como te he dicho anteriormente, que a día de hoy eres uno de
los motivos que me mantienen en pie. Si no estuvieras en mi
vida es muy probable que andara rogándole amor a una persona que quizás, con
un poco de suerte, me ofrecería migajas.
Sin embargo, no me hundo, no
me arrastro, no cedo, gracias a ti.
No sabes cuánto
alivias con tu risa mis
preocupaciones. Te agradezco cada abrazo en el momento más oportuno,
cada chorrada que has soltado solo para animarme. Gracias por formar parte de mi vida. Eres de ese tipo de persona
con la que puedes contar, en las que puedes confiar, que te escucha y
te consuela. Que da sin esperar nada a cambio.
Eres un ángel.
Invertido, pero ángel al fin y al cabo.
Te has ganado en poco tiempo
mi cariño más sincero. Gracias de nuevo. Por esas tonterías que me hacen
olvidarme de todo, por cada palabra, por tu apoyo y tu estímulo. Por
esos efusivos achuchones que tanto me gustan y por esos ojos verdes
cargados de ternura. Gracias por darme
la mano cuando todo el mundo me daba la espalda. Gracias por hacer que lo malo no parezca tan malo, por hacer que el tiempo vuele y por hacerme sentir tan a gusto y tan cómoda.
Espero que sigas siendo por mucho tiempo mi mosca
puñetera.
Eres muy grande pequeña.