martes, 9 de septiembre de 2014

Amor loco

Al fin y al cabo el amor es eso, un salto al vacío. Sólo apto para valientes. Saber que puedes equivocarte y aun así intentarlo, desafiarse a uno mismo, a los propios límites. 
Apostar a lo incierto.
Todo el mundo espera no perder el equilibrio, pero lo importante es la avidez al levantarse. Eso ayuda a la hora de arriesgar, a la hora de impulsarse.
Yo, por mi parte, te ofrezco un corazón construido, destruido y reconstruido varias veces para que le acoples algún destino, de esos que te hacen cerrar los ojos a ser posible. De los que te hacen volar sin pensar en la caída que acecha.
Te ofrezco un corazón que a pesar de sus incontables defectos, errores y desajustes, te dirá todos los días que te quiere, que le encantas tal cual eres. Te ofrezco un corazón loco, sediento, incesante y todo su amor desmesurado.
Te ofrezco un alma descosida pero obstinada, siempre dispuesta a todo por verte sonreír. Te ofrezco mis miradas felinas y mis ganas de comerte toda.
Te ofrezco también mis celos incansables. Ya ves, no podía ser todo tan bonito.
Eh, y queda prohibido reír si no es de alegría, aviso. 
Yo te ofrezco estar a tu lado en cualquier circunstancia. Te ofrezco también espantar las penas e invitar a la ternura para que se quede a nuestro lado, sorprendiéndonos cada segundo. Te cambio ese “no puedo” por un “sí, quiero”. Te ofrezco mis valores y mis méritos. Te ofrezco hacer tuyos mis amaneceres y mis alegrías más profundas. 
Te ofrezco compartir cada pequeño detalle de la vida.
Te ofrezco besos, de día, de noche y a todas horas. Besos que no se han inventado todavia. Besos de sol para que nunca tengas frío y de lluvia, por si te gusta mojarte. Te ofrezco besos porque sé que sabrán decirte lo que yo no soy capaz con palabras. Te ofrezco ver mi cara cada mañana al despertar y susurrarte al oído que no hay nada más bonito. Te ofrezco mis sueños, mis delirios, mis desvelos. Te ofrezco sentimientos, sensaciones, emociones. De esas que no se olvidan, de las que se extrañan. Te ofrezco mis diminutas manos, mis pequeñas manías, mis grandes metas y  mis enormes intenciones.

Te ofrezco la cruda realidad, porque ya no tengo ni la capacidad ni las ganas de inventar mentiras o de dejar las cosas a medias. Te ofrezco claridad, que las confusiones nunca fueron buenas. Te ofrezco momentos, no objetos, porque no quiero comprarte sino enamorarte. Te ofrezco conversaciones de todo tipo. Te ofrezco mis ansias, mis ganas, mi motivación, para que las lleves contigo, lejos, donde nadie las vea, 
donde nadie las pise. 
Te ofrezco felicidad, ¿aceptas? ¿o no estás tan loca?

sábado, 6 de septiembre de 2014

Dejarse llevar

Hay personas que aparecen en tu vida con el único propósito de complicarte la existencia.
Algunos simplemente pueden evitarlas, girarse hacia otro lado, dar media vuelta y decidir que eso no lo es que quieren.Y siguen su vida, con determinación. Capaces de mantenerse alejados del peligro.
Otros, en cambio (los locos les dicen) se dejan complicar. Más bien, no pueden hacer nada por evitarlo. 
Y aunque sí, la hostia final es inminente e ineludible, ellos se dejan llevar. 
La razón es simple: la adrenalina de embaucarte en alguna aventura en la que no deberías.El subidón. Porque son las pequeñas cosas de la vida las que te hacen disfrutar al máximo, las que te hacen temblar y gritar y sudar y despeinarte. Y una vez lo pruebas siempre quieres más. Los límites se desvanecen, eres capaz de todo por volver a sentir ese vértigo, ese escalofrío por la columna, esa sensación de grandeza. 
Y después llega el golpe. 
A veces es como una mera bofetada y a veces parece que te rompa todos los huesos. 
Esa gente (los locos) sí que sabe lo que es vivir, porque han experimentado el clímax más intenso al dejarse llevar. Y claro que sabían cómo acabaría, pero aun así se dejaron llevar. Se arriesgaron y conocieron el mayor disfrute que pueda existir. 
Las cosas se complican después, pero... qué bonita la locura mientras dura.