Ella
dijo: "Nunca
dejaría de columpiarte". Sin embargo, lo hizo.
Lo
peor del caso es que la sensación que sólo ella conseguía causarme
se quedó conmigo, bien clavada y no parece que pretenda abandonarme
nunca. De hecho, muchas veces vuelvo a sentir sus manos
balanceándome, pero son sólo un espejismo. No entiendo porque con
lo lejos que está de mi, la sigo sintiendo. No entiendo porque no
puedo olvidar algo que ha sido más ficticio que real. Y sobre todo
no entiendo porque presiento que pierdo algo que jamás he tenido.
Sigo aferrada al pasado, a un recuerdo, a ella. Pero ella me soltó y
he estado esperando muchos meses su regreso, que no llega. Estaba
claro, no se iba a quedar conmigo cuando ya tenia el corazón tan
lejos, el pensamiento extraviado y la mirada esquiva. Yo me quedé
callada, no porque no tuviera cosas que decirle si no porque fue más
cómodo engañarme a mi misma. No hay más que decir, únicamente
fingir una fortaleza de la que carezco. Ahora soy más sombra, menos
existente. Quizás sea el momento de levantarme del columpio. Sé que
fuera hay un mundo esperando por mi, pero las ganas de continuar en
este lugar son demasiado grandes. Supongo que tendré que conformarme
con el bonito recuerdo que me quedará cuando me gire a mirarlo y me
quede embobada deseando que vuelvas, o cuando me invada la increíble
sensación que tenía subida allí arriba, cuando tus manos seguían
impulsándome.
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