domingo, 10 de marzo de 2013

Lo más duro

A veces, esperé en mi adelgazada paciencia, refugio, afán y algún beso suyo.
He tratado con todas mis fuerzas comprenderla, pero en sus ojos había demasiada inquietud y noches de angustia. 
Sólo veo una persona delicada y frágil, de corazón atropellado.

Dicho corazón trata de reconstruirse, pues tiene ganas de volver a latir, casi tantas como miedo a volver a sufrir. Está en mil pedazos y arrastra consigo la angustia y la desesperanza de un pasado amargo, doloroso y feliz al mismo tiempo.

Está lastimada. Y no deja de caerle sal en las heridas que, por consiguiente, nunca terminan de sanar por completo.

Vacía por dentro, sin ganas de nada. Desmotivada, perdida, insegura.
Se avecina lo más duro, pequeña: aceptar el final y afrontar el principio.

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