Llega
un día en el que todos los problemas posibles se ponen de acuerdo
para aparecer en tu vida y colapsar tu mente.
Estallas.
Mires
donde mires, todo te hace daño. Sólo te apetece llorar y aunque te
estén sucediendo cosas buenas, sólo encuentras motivos para seguir
llorando.
Por
suerte siempre está “esa canción”. Siempre tienes la
posibilidad de cerrar la puerta, apagar la luz y desconectar del
mundo por unos instantes.
También
tienes la suerte de tener siempre a alguien esperándote con una
sonrisa para alegrarte el día. Siempre hay alguien que se preocupa
por ti y por lo que te ocurre.
Al
fin y al cabo, es eso lo que realmente importa y lo que te motiva a
seguir adelante.
A
levantarte después de caer.
Lo
cierto es que sufrimos mucho por lo que nos falta y disfrutamos poco
de lo que tenemos.
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